domingo, 11 de mayo de 2014

1° DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES. LAS MUJER DIJIMOS ¡PRESENTE!

Como cada año, conmemoramos el día del trabajador y levantamos el puño para avanzar en la lucha contra la desigualdad social y la explotación laboral que pesa sobre la clase trabajadora en nuestro país. Cada año el gobierno y sus aliados de la CUT muestran cifras alegres de crecimiento de los salarios, de reformas a la actual legislación laboral, de bajas en los índices de cesantía, todo ello como triunfos de su administración de los que las y los trabajadores deberíamos estar agradecidos. Sabemos que no es así, sobre todo si pensamos en las actuales condiciones laborales en que nos desenvolvemos nosotras, las mujeres.

Las mujeres ingresaron al mercado laboral desde fines del siglo XIX en un contexto de gran crecimiento económico gracias a los beneficios del salitre, crecimiento que produjo la formación de grandes fortunas concentradas en pocas manos y el empobrecimiento del proletariado urbano. Las mujeres se vieron obligadas a emplearse en trabajos domésticos y en las incipientes industrias textiles, manufactureras, entre otras en condiciones laborales miserables –turnos de 12 a 14 horas diarias, acoso sexual y humillaciones, esconder el embarazo para no ser despedidas, desprotección en caso de enfermedad– y a cambio de salarios de miseria que podían ser incluso de 1/3 en relación al de un trabajador varón, puesto que se consideraba que su sueldo era solamente complementario a la economía doméstica. La clase patronal avanzó en escasas e insuficientes leyes de protección al trabajo femenino, en cambio los proletarios asumieron la lucha de sus compañeras por trabajos dignos y mejoras salariales: las demandas de las obreras eran las demandas de toda su clase. 

Pasado casi un siglo, el panorama no resulta tan distinto: todavía se considera el ingreso de las mujeres como un salario adicional escondiendo el hecho de que en Chile existe aprox. un 39% de hogares encabezados por mujeres (Casen 2011), cifra que se eleva al 55% en sectores de extrema pobreza, tanto el gobierno de Piñera como el de la Nueva Mayoría han anunciado bonos e incentivos, botón de muestra de que siguen considerando este fenómeno como casual y no como una transformación en la realidad de las familias chilenas. En cuanto a las condiciones laborales, a las 8 horas permitidas por la ley hay que sumarle la doble jornada que debe cumplir la mujer al llegar a su hogar: cocinar, planchar, hacer el aseo, preocuparse de los hijos, etc., trabajos que por lo demás no son remunerados; existe hoy una ley sobre el acoso sexual en el trabajo, pero ésta faculta al empleador y luego a la Dirección del Trabajo para recibir las denuncias e investigar el caso y las sanciones son netamente económicas —despido del acosador e indemnización al afectado— es decir que además de desproteger a la víctima no existe mayor intensión de erradicar este mal social; vemos también hoy la desprotección de la maternidad por falta de salas cunas para las trabajadoras que lo requieran, por un postnatal de insuficientes 6 meses, mientras que en países desarrollados como Alemania por ejemplo, ambos padres gozan de un postnatal en que pueden turnarse durante 2 años, por un sistema de AFP que castiga a las mujeres en edad fértil y también a quienes ya no lo están, si consideramos el aumento de la edad para jubilarse y las bajas pensiones. A todo esto debemos sumarle los altos índices de trabajo informal —comercio callejero, servicio doméstico, temporadas agrícolas, etc.— que hoy en día no figuran en las alegres cuentas que Bárbara Figueroa y la misma Bachelet mencionaron en sus discursos para fingir que en Chile estamos avanzando hacia la igualdad laboral entre hombres y mujeres: la igualdad a la que aspiran la Nueva Mayoría, la Alianza por Chile y la CUT no es más que la igualdad en la miseria. 

No necesitamos bonos, no se trata de reformas más o reformas menos. El problema que nos atraviesa es el capitalismo descarnado en el que estamos viviendo y que necesita de las miles de anónimas que se ocupan cada día de las labores domésticas para que la familia obrera subsista y sea explotada para generar las riquezas del patrón. Y a esas anónimas se les explota además en la fábrica, en la oficina, en la tienda de retail, etc. El problema se llama Neoliberalismo y Patriarcado.

Necesitamos un SERNAM al servicio de las mujeres y no de los intereses del sistema, necesitamos el fin del sistema de AFP, necesitamos erradicar las brechas salariales entre hombres y mujeres y aumentar el sueldo mínimo a un sueldo digno, necesitamos de la solidaridad de nuestros compañeros varones en la casa y en la calle para luchar codo a codo por un Chile justo.

Las mujeres decimos:

ASAMBLEA CONSTITUYENTE 
CON PROTAGONISMO POPULAR


Célula Salvador Barra Woll
PC (AP) 
Iquique

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